Los alumnos de 5° grado sección 9, realizaron un texto colaborativo, que tenía como consigna, redactar un cuento fantástico. Es por eso que tomamos dos módulos de distintas jornadas educativas, para seleccionar los personajes, caracterizarlos y luego desarrollar el escrito que dio origen a "La isla perdida".
El cuento nació de la propuesta de trabajar en forma conjunta con la Escuela Especial N° 7 de Viedma, que tiene como Proyecto Institucional "Taller de Marionetas y Títeres". Alumn@s y docente de 5° grado, colaboramos con la realización de un texto, que luego se utilizaría para confeccionar los personajes en el Taller de la Escuela N° 7. La obra será representada en dicha Escuela e iríamos como invitados a disfrutar de la misma. Realizando de esta manera un intercambio muy rico y provechoso de características interdisciplinarias y entre instituciones educativas escolares de nivel primario.
A continuación adjuntamos el texto para que puedan disfrutarlo en familia...
La isla perdida
Hace tiempo en una lejana isla perdida…
se encontraban un cazador que era gordo, con un arma de color rosada y violeta,
y tenía unas botas amarillas, él estornudaba cada vez que daba tres pasos.
Había una payasa llamada Clorinda, que
tenía una nariz larga como una flauta, los pelos parados de color azul y verde,
y calzaba ojotas arriba de los zancos. También había un chancho bailarín, flaco
re flaco, de color rojo con orejas violetas, que vestía un tutú celeste.
No nos olvidemos de la princesa que
tenía pelo naranja, un bonete dorado y un vestido plateado.
¡Y ni hablar del guerrero romano! que
era petiso, flaco y con un casco azul. Se llamaba Jacinto.
La isla de a poco se iba hundiendo,
todos estaban nerviosos porque no podían escapar. Y lo peor de todo era que no
había comida, entonces los hombres tenían hambre y se querían comer al chancho
bailarín, pero la payasa lo defendía porque estaba enamorada de él.
En ese momento se les ocurre una
grandiosa idea: “que ella y el chancho fueran a buscar frutos; así le salvaría
la vida a su enamorado”. Después de mucho buscar encontraron los frutos que
necesitaban, el chancho de la alegría y el alivio se puso a bailar, zapateando
y danzando hip-hop, a la par que gritaba ¡oing - oing!.
En ese preciso instante apareció la
princesa con un hacha y mucho apetito. Viendo lo que sucedía, la payasa,
creyendo que la princesa quería matar al chancho, empezó a arrojar frutas para
que suelte el hacha.
Pero lo que no sabían era que la
princesa era alérgica a las frutas, y al tocarla perdió todo el pelo. Al verla
pelada, la payasa y el chancho gritaron pidiendo ayuda.
El cazador y el guerrero llegaron
corriendo y del apuro el cazador se olvidó de estornudar, y de tanto aguantar
los estornudos se apretaron uno a uno en el estómago, los intestinos, en la
cabeza y los pulmones… Y salió con tanta tanta fuerza que el chancho bailarín
salió girando por el aire. Con tanta pero tanta suerte que rebotó en la copa de
un árbol, cayó en la grandiosa panza del cazador y nuevamente voló por los
cielos cayendo en brazos de la payasa Clorinda, quien lo abrazó y al intentar
darle un beso se chocó con el hocico del chancho.
De tantos golpes y accidentes podemos
sacar en claro que el cazador dejó de estornudar, Clorinda y el chancho se
casaron, y el guerrero romano y la princesa se fueron nadando en busca de otra
isla, donde pudieran cazar animales.
FIN